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domingo, 22 de noviembre de 2015

La cámara de vídeo



Desde su silla, Tom ve llegar a Ellen tambaleante pero decidida. Comienza a hacer gorgoritos y a patalear con alegría. Ellen quiere el chupete que le cuelga de una cinta a su hermanito, pero la cinta es corta, el chupete no le llega a la boca. Ellen se enfada cada vez más mientras que el bebé rie y balbucea. La escena es graciosa. Papá se levanta del sillón, yo me quedo observándolos desde la alfombra.
Ladro para advertir a papá que debe regresar al ver que Tom ha dejado de reir. Ellen se detiene sobresaltada por mis ladridos un instante, hace pucheros pero, testaruda como es, sigue tirando de la cinta hasta que Tom se queda silencioso y quieto.
Papá regresa con la cámara de vídeo en la mano, le encanta filmarnos a todos, pero esta vez la arroja al suelo y corre hacia Tom. Lo saca de la silla y lo echa en el sofá. Empieza a manosearlo mientras ruega a Dios que se apiade de él. Me acerco para consolarle, pero me aparta. Ellen también se acerca. Agarra la cinta del chupete que cuelga del asiento, tironea mientras chilla y tensa su cuerpecillo: se avecina una rabieta. Entonces papá le grita tan fuerte que da un respingo y cae de culo. No ha debido hacerse daño, pero se asusta, llora. Ellen no tiene maldad, es solo un bebé al que le han quitado su chupete hace pocos días.
Como despertado por el escándalo que ha formado su hermanita, Tom también comienza a llorar y un segundo después lo hace papá.
Me siento a mirarles. ¿Lloran por la cámara?
Oigo el ruido de una llave en la puerta, será mamá. No voy a recibirla, me siento delante de la cámara de vídeo, ocultándola.

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GERUNDEANDO

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