«Dicho
sea entre nosotros ese asunto hubiera habido que liquidarlo de una forma más
precisa». Y ¿quién era yo para dar opinión? No me lo perdonarán. Pero, al fin y
al cabo, he cumplido: el coche se hunde en el pantano. Juré que cumpliría y he
cumplido.
Aguardo. Lanzo piedras a la
superficie oscura. Una burbuja explota. Aparecen unas pocas más. Y más. Cualquiera
diría que he resucitado a los viajeros; que piden ayuda con sus gargantas apestosas.
«Es cuestión de deshacerse de unos muertos» dijeron. Muertos, sí, eso mismo
dijeron, seguro. El pantano enmudece por fin. Suspiro y vuelvo a las piedras,
¿qué si no? Eso y lanzar anillos de humo con mi último cigarrillo es lo único
que me resta por hacer. Si no vienen,
¿cómo sabrán que he cumplido? Ya lo sé: no les importaba. Nunca les importaron
los muertos, solo el vivo.
Marusela Talbé (Enviado al VII Concurso Microrrelato Getafe Negro, con frase inicial obligada)
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