De niño deseaba cumplir diecinueve años. Una cifra un tanto rara; claro que siempre se destacó por ser raro.
A los diecinueve ni se acordaba, ya tenía otro: casarse y gobernar su vida.
Llegó el matrimonio, los hijos y las responsabilidades. «Cuando se vayan tendré un lugar para mí», pensaba.
A medida que la casa se vaciaba se sustituían los deseos. El último, jubilarse para hacer lo que siempre quiso.
Un mes antes de la fecha realizaba el viaje que nunca deseó.
Y así, en deseos, se le pasó la vida.
Guadalupe del Real
Muchas gracias por compartir mis letras.
ResponderEliminarUn beso